Reproducimos la hoja temática para Europa del Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación (2010-2020)
La desertificación en Europa: ¿Qué es?
Al contrario de lo que se cree, la desertificación no se refiere a la expansión de los desiertos o al desplazamiento de sus dunas. La desertificación es, por el contrario, un proceso de degradación del suelo en las tierras secas del mundo (esto es, las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas) debido a varios factores, entre los que se incluyen las variaciones climáticas y las actividades humanas!.
¿Por qué la degradación del suelo en las tierras secas es importante para la política Europea?
La degradación del suelo en las tierras secas –y en otros lugares- concierne al deterioro del suelo, un recurso no renovable. El aumento de toma de conciencia sobre el hecho de que el mundo está experimentando cambios ambientales con variaciones a escalas, velocidad e interconexiones sin precedentes ha elevado la problemática de la degradación de las tierras a puestos de importancia estratégica en Europa. De hecho, las evidencias muestras que la mayor parte de los costes de la degradación del suelo no son afrontados por los usuarios inmediatos de éste sino por toda la sociedad europea y extraeuropea.
Paralelamente, la ciencia comienza a tener un conocimiento profundo del problema. La preocupación histórica de Europa por la biodiversidad de las capas más superficiales de la tierra está aumentando a medida que se conoce que esta biodiversidad es mucho más rica de lo que se creía y está costando enormes cantidades de dinero a sus ciudadanos. Por otra parte, el hecho de que no exista una relación linear entre la riqueza de especies y el valor de la biodiversidad lleva a Europa a reconsiderar y estudiar el valor de sus tierras secas y los ecosistemas de los desiertos, los cuales siguen estando al margen de su radar medioambiental.
La Economía y la degradación del suelo
El coste de la degradación del suelo está muy poco estudiado; sin embargo, existen suficientes datos para afirmar que éste es un tema que merece mayor consideración. La Comisión Europea (CE) estima que la degradación del suelo le cuesta a la Unión Europea alrededor de 38.000 millones de Euros al añovi. A escala mundial, la CE estima que la mala gestión de la biodiversidad del suelo supone un gasto extra de 761.700 millones de Euros al añoi.
La degradación del suelo también afecta a la productividad. En Armenia, por ejemplo, se estima que las pérdidas de producción de alimento son de entre 50.000 y 60.000 toneladas al añoi. Con el previsible aumento de las temperaturas en las próximas dos décadas (alrededor de 0,2 ºC por década), se espera que las precipitaciones sean más fuertes en el norte de Europa y más escasas en el sur. No obstante, las sequías han tenido graves repercusiones económicas en el pasado en algunos de estos países. Por ejemplo, en España, las sequías de los años 1990 y 1999 derivaron en unas perdidas económicas de 3.400 y 2.400 millones de Euros, respectivamente.
Una pertinente medida es la de evitar la degradación de la tierra. Sin embargo, y siempre hasta cierto punto, si se somete a tratamiento, el suelo degradado se puede reparar. Si bien el
coste de evitar la degradación es desconocido, éste es, sin lugar a dudas, mucho menor que el de su recuperación. Al margen del coste monetario, el tiempo necesario para que la pérdida de los dos primeros centímetros de la capa superficial de la tierra se recupere de manera natural es de alrededor de 500 años.
Ámbito de aplicación de la desertificación en Europa
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, cerca del 8% del sur, centro y este de Europa (o lo que es lo mismo, 14 millones de hectáreas) muestra una vulnerabilidad alta o muy alta hacia la desertificación (y esto excluye a Chipre, Kosovo, Malta y Turquía, de los que no hay datos accesibles)xii. En términos de abastecimiento, se estima que 12 millones de hectáreas de tierra producen alrededor de 20.000 toneladas de grano al año.
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, cerca del 8% del sur, centro y este de Europa (o lo que es lo mismo, 14 millones de hectáreas) muestra una vulnerabilidad alta o muy alta hacia la desertificación (y esto excluye a Chipre, Kosovo, Malta y Turquía). Si se incluyen las áreas de vulnerabilidad moderada, se puede concluir que 40 millones de hectáreas de suelo Europeo están amenazadas, lo que equivale a la extensión de Suecia. El sur de Portugal, España, Sicilia, el sureste de Grecia, Bulgaria y Rumania son las zonas más afectadas por la desertificación en Europa, según una estimación basada en un index compuesto que mide características como las propiedades del suelo, el clima y la vegetación y excluye las influencias socioeconómicas y humanas (Véase la figura inferior).
Pérdida de biodiversidad, invasión de especies foráneas y cambio transnacional
Existen tres marcadas dimensiones en lo que a biodiversidad y degradación del suelo se refiere. En primer lugar, en las tierras secas existe una pérdida de especies en la zona superficial del suelo así como un fenómeno de invasión de especies foráneas. En segundo lugar, se da una destrucción de la biodiversidad bajo el suelo y, por último, existe una dimensión transnacional de diversidad biológica.
La pérdida de la biodiversidad de la capa superficial de la tierra en Europa está impulsada por distintas fuerzas. Las tierras secas del Cáucaso y de Irano-Anatolia son dos de los cuatro hotspots de biodiversidad de Europa, una zona con más de 1.500 especies endémicas y más del 70% de pérdida de hábitat en tiempos históricos. El área de Irano-Anatolia es especialmente destacable porque representa, todavía a día de hoy, uno de los principales hábitat de los ancestros silvestres del trigo, el centeno, la avena y demás semillas y leguminosas forrajeras, además de los de las frutas. Otra cara de la pérdida de la biodiversidad es la invasión de especies foráneas. Se prevé que una vez que la temperatura media se incremente en 1 ºC para el 2100, más del 35% de las plantas del norte de Europa serán presumiblemente especies invasivas y el 25% de las especies en Rumania, Bulgaria y algunas de las zonas mediterráneas (actuales tierras secas Europeas) presumiblemente desaparecerán.
La agricultura y la degradación de la tierra por la erosión del suelo y la compactación contribuyen a la pérdida de su biodiversidad. Si bien los datos acerca de la biodiversidad del suelo son relativamente recientes, las estimaciones sugieren que el suelo es el hogar del 25% de todas las especies vivas en el mundo. El suelo provee importantes servicios al ecosistema, como la limpieza del agua potable o el secuestro del exceso de carbono en el aire. Sin bien la cantidad de biodiversidad es muy amplia, sólo un 1% de sus microorganismos han sido identificados. Europa ha fijado una Estrategia sobre degradación del suelo; sin embargo, existe todavía cierta falta de coherencia en las políticas de suelo.
Por otra parte, las tierras secas no europeas, particularmente las de África y Asia, son un importante santuario para las aves migratorias. De hecho, se considera que el 43% de las especies de aves europeas están en un estado de conservación poco favorable. Según Birdlife International, “más del 40% de las especies que migran largas distancias en la vía África-Eurasia muestran signos de declive en las últimas tres décadas”. Y una de cada cuatro especies de este 40% están en la clasificación de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de Especies Amenazadas o Cerca de la Amenaza. El antílope saiga, habitante de las praderas de Asia central, es también una de las especies europeas amenazadas.
Degradación del suelo y cambio climático
El suelo captura el 20% de las emisiones de dióxido de carbono producido por el ser humano, debido en gran parte a la actuación de la materia prima almacenada bajo la superficie de la Tierra. El cambio climático y la degradación del suelo están asociados en dos aspectos: uso del suelo y cambio en la temperatura.
La erosión del suelo (un motor clave en la degradación del suelo en Europa) provoca la pérdida de biomasa y la emisión de carbono a la atmósfera, del mismo modo que reduce la
capacidad del suelo para secuestrar este carbono. La compactación del suelo, que está asociada a la irrigación, conduce a la salinidad y afecta a los flujos de agua, aumentando las inundaciones. Esta erosión también inhibe el secuestro de carbono en el suelo. Más del 38% de los suelos Europeos muestra un alto rasgo de compactación. Y las inundaciones, a su vez, exacerban su erosión.
Por otro lado, las tierras secas localizadas fuera de Europa cobran importancia, entre otras razones, por su potencial secuestro de carbono. Cabe destacar que más de la mitad de las tierras africanas son secas. Por esta razón, y dado que cerca del 60% del carbono está secuestrado en su suelo, las iniciativas para prevenir la degradación del suelo o recuperar el suelo degradado tienen el potencial resultado de conseguir secuestrar significantes cantidades de carbono emitido en Europa y evitar las emisiones.
Problemas de agua
Uno de cada tres europeos habita un país en el que sus recursos acuíferos están en peligro, a lo que se le une el hecho de que las malas prácticas agrícolas están exacerbando esta realidad. Algunos de los países europeos con tierras secas, como Chipre, Bulgaria, España, Italia y Malta hacen uso en la actualidad de más del 20% de sus suministros de agua a largo plazo. Chipre, por ejemplo, que ha estado sufriendo severas sequías, ha consumido más del 40% de sus suministros renovables. A escala Europea, el 45% del total de la extracción de agua se usa para la agricultura, el 40% para la industria y el proceso de generación de energía de las torres de refrigeración y el 15% restante se destina al abastecimiento de agua pública.
Desencadenantes de la degradación de la tierra
Recientes evaluaciones sobre la sensibilidad del suelo ante la degradación en Europa se han basado en tres indicadores físicos: calidad del suelo, vegetación y condiciones climáticas. Si bien existe una carencia de datos sobre los impactos humanos, el mal drenaje, el riego y el pastoreo excesivo conducen supuestamente a la erosión del suelo, la salinización, la disminución de la productividad y la pérdida de vegetación. Las causas de la degradación del suelo en toda Europa incluyen unas prácticas agrícolas y forestales inadecuadas, ciertas actividades industriales, el turismo, la expansión urbana e industrial y la construcción.
Una Década para la transferencia de conocimientos y la creación de competencias
En 2007, la CE desarrolló su Estrategia Temática para la Protección del Suelo, con vistas a la protección del suelo y su uso sostenible. El carácter internacional de sus raíces supone el reconocimiento de que “la degradación del suelo está recibiendo una creciente atención en los acuerdos y discusiones internacionales…” así como la aceptación de que la UE puede “desempeñar un papel de liderazgo internacional facilitando la transferencia del know-how y la asistencia técnica y garantizando al mismo tiempo la competitividad de sus economías”.
El Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación (2010-2020) representa para Europa una oportunidad a la hora de proporcionar ese liderazgo, a través de actividades de sensibilización que permitan diseminar su experiencia y conocimiento en la lucha contra la desertificación en sus tierras secas y la degradación de la totalidad del suelo europeo.
Fuente CNULD