Hace unos días para contestar la pregunta sobre ¿cómo hacer un buen mapa? proponíamos dos enfoques: uno basado en el concepto de calidad ( “Que sea adecuado a los fines”) y otro basado en la idea de excelencia (“Que suscite un cambio de perspectiva”). En ambas aproximaciones está formalmente incluido el atributo de usabilidad del mapa: Es decir, la facilidad con que las personas pueden leer o interpretar un mapa. Aunque frecuentemente la usabilidad es la gran olvidada en las mediciones de calidad cartográfica, y lo que es más grave en el diseño de los mapas. Ya que en la práctica, la usabilidad se limita a la elección de una plantilla.
Sin embargo la inversión en usabilidad cartográfica, lejos de ser una carga económica o un retraso en la confección de mapas, conlleva una beneficio capital tanto para el usuario como para el productor del mapa: Aumenta la productividad de ambos, es decir, consiguen su objetivos de lectura o creación en menor tiempo. Además acarrea otras ventajas:
El usuario de mapas:
- Necesita menos tiempo para navegar por el mapa.
- Logra una mayor rapidez en la interpretación del mapa.
- Tiene una experiencia de uso más satisfactoria.
- Tiene más posibilidades de conseguir encontrar o identificar elementos en el mapa
El productor de mapas
- Mayor rapidez en el diseño y producción
- Reducción del coste de las tareas de revisión y ayuda al lector.
- Crea una ventaja competitiva, establece una diferencia, al aumentar la satisfacción de los lectores, refuerza la imagen del autor del mapa, favorece la fidelización, y contribuye a la asociación de autor con calidad.