Hoy en día los mapas, en su sentido más clásico, están relegados en el consumo de datos espaciales frente a la versatilidad y ubiquidad de la consulta que permiten las aplicaciones en línea.
Sin embargo la sensación es que la producción de mapas goza de buena salud. Nunca hemos tenido a nuestra disposición tantos mapas como ahora. La razones que impulsan este desarrollo son variadas. Sin ánimo de ser exhaustivos se proponen las siguientes causas:
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La eficiencia en la elaboración de mapas clonados gracias a los SIG
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La capacidad de explorar nuevos territorios y variables que ayudan a explorar realidades y tomar decisiones.
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La búsqueda de técnicas de representación eficaces de la información
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Las posibilidades de difusión de un mapa a través de Internet.
En este entorno la producción de mapas se va especializando cada vez más, alejándose del modelo, aun vigente al menos funcionalmente, de los antiguos talleres cartográficos. Se percibe cómo se van perfilando funciones y tareas más cercanas a la producción de una película cinematográfica, donde prima la especialización. Aunque aun parezca lejano este modelo o al menos reservado para las grandes producciones cartográficas proponemos un cuadro abierto a debate ¿qué más papeles o funciones incluiríamos en los títulos de crédito de un mapa?